¿De vacaciones o de viaje?
Después de más de cuatro años y más de 25 países diferentes visitados, aún hay gente que nos dice que se nos acabaron las vacaciones y que ya es hora de ponerse a trabajar. No les corrijo. ¿Qué voy a decirles? Si después de todo lo que hemos escrito en el blog y en el newsletter, aún no entienden que no hemos estado cuatro años de vacaciones sino viajando y, a veces, trabajando por dinero o por comida y alojamiento.
Soy consciente de que, para muchos, irse de vacaciones y de viaje son sinónimo. Y sí, para ellos es así pero no lo es para nosotros. Estos dos términos son usados indistintamente por las agencias de viaje, por los bancos que ofrecen créditos en sus anuncios, por los medios de comunicación, en Internet… y así ha sido siempre.
Nosotros a lo largo de estos cuatro años hemos tenido varias vacaciones de nuestro estilo de vida: vivir viajando. Estuvimos casi un mes y medio en Ladakh, un par de veces estuvimos dos semanas en Bangkok planeando que hacer después, una semana de desintoxicación digital en las Islas Togean en Sulawesi, diez meses trabajando en Australia, otros dos meses en Taiwán, Esmirna, Estambul…
De vacaciones
Para nosotros existen unas claras líneas divisorias entre irse de vacaciones y de viaje. Supongo que solo aquellas personas que se han ido de viaje durante tres, seis o más meses o un año sabático o, incluso, sin fecha de retorno; tienen claras las diferencias sobre las que escribo.
Precisamente lo anterior es una de esas diferencias: la duración. Normalmente es el trabajo lo que marca la cantidad de los días libres disponibles. Unas vacaciones son una escapada de fin de semana o en alguno de los puentes festivos que salpican nuestro calendario; una semana o dos; un mes para los doblemente afortunados que disponen de 30 días libres seguidos y el dinero suficiente para pasarlos fuera de su casa.
Esto nos lleva a la siguiente diferencia: el dinero que desgraciadamente no crece en los árboles. Durante esas merecidas, esperadas con ansiedad y cortas vacaciones (siempre son demasiado cortas) no nos cortamos; gastamos como si fueran los últimos días de nuestra existencia. Son nuestro momento para descansar y mandar el trabajo a tomar por… (pitido agudo).
De vacaciones. Islas Togean, Indonesia
Normalmente esas vacaciones son en temporada alta y los precios de los vuelos y del alojamiento son más altos que durante el resto del año pero nuestra empresa solo nos da vacaciones en julio y agosto o los niños tienen que ir a clase o vas con otras personas que solo pueden en verano; pero todo esto no nos importa porque queremos un buen hotel; queremos una habitación con vistas a la playa, catedral, lago, montaña o la atracción del lugar; queremos buena comida; quizás un tratamiento de spa, un masaje; o pasarnos el día en los bares de las piscinas del complejo hotelero probando todos los combinados que nos puedan ofrecer…
Y con esto llegamos a otra de las diferencias que no tengo claro como llamarla… podría ser algo así como ¿qué hacemos? A menudo en estas vacaciones no queremos hacer nada salvo descansar, baño en la piscina y de vuelta a descansar cerveza, cóctel o combinado (depende de la hora del día) en mano.
Otros, sin embargo, si que sacan tiempo en esas vacaciones para hacer turismo. Ver las atracciones que ofrece el lugar, visitar museos, pasear por el casco antiguo, probar la gastronomía local (y las bebidas), amaneceres y atardeceres, entrar a iglesias, catedrales, mezquitas, templos, cuevas y sitios arqueológicos, una hora en kayak, submarinismo… creo que es suficiente para que sepas a que me refiero.
Aunque también es cierto que no hay un término medio. Unos descansan todo el tiempo posible y otros no paran ni para ir al baño visitando nueve o diez lugares en diez días tachando de una lista todos los “must see” y “must do”.
La última diferencia es el equipaje. No hablo de llevar maleta o mochila, bolsa de deporte o alforjas colgadas de la bicicleta; hablo de la cantidad y la variedad. Cuando nos vamos de vacaciones llevamos mucha ropa, queremos pasarlo bien y que la falta de algo de abrigo no nos arruine las vacaciones, ropa para salir por las noches, varios bañadores para no repetir el mismo “modelito” cada día, secador de pelo, maquina para afeitarse, cepillo de dientes eléctrico y lo que se le ocurra a cada cual. Yo no lo critico, pero te pido un favor: mete siempre estas 11 cosas en tu equipaje.
De viaje
Como ya habrás leído irse de viaje no es lo mismo que irse de vacaciones. Irse de viaje no implica que seamos millonarios ni que hayamos descubierto, y guardemos en secreto, el árbol en el que crece el dinero; implica muchos meses (o más de dos años en nuestro caso) de trabajo duro, de ahorro constante, de no salir a tomar algo y mucho menos a cenar, de reducir esos caprichos que todos tenemos a cero, de tener un objetivo en mente y hacer todo lo que está en nuestras manos para conseguirlo.
Si comparamos (aunque resulten odiosas) la duración: irse de viaje implica pulsar el botón de “pause” durante varios meses, pueden ser tres, treinta o más. Casi siempre hay un motivo para volver: tener un trabajo por temporadas, haber pedido una excedencia, la familia que dejaste atrás, tu ciudad, tu país, tu cultura; en el fondo somos animales de costumbres. Aunque hoy día y gracias a la tecnología también es posible tener un trabajo online que no te obligue a acudir cada día a sentarte detrás de un escritorio.
Y hablando del trabajo llegamos al dinero. Ya he dicho que no somos ricos y esto nos obliga a llevar una vida austera si queremos vivir de viaje. Es como el día a día de cualquier otra vida: no vas todos los días a un restaurante caro, no te hospedas en un hotel, no vas en taxi por tu ciudad; si vives viajando, tampoco. Huir de hoteles como de la peste y convertir los hostales en nuestros mejores amigos. Contar cada euro porque cada euro en según que país es una comida. Seleccionar que atracciones vemos porque muchas de ellas son muy caras para nuestro presupuesto. Tres euros por entrar a ver una mezquita no es mucho pero cuando hay 5 mezquitas a tres euros cada una para dos personas, hablamos de 30 euros (más o menos nuestro presupuesto diario). Todo esto se convierte en tu día a día y… sí, es odioso estar tan pendiente de cada céntimo.
Con el tema de la comida ocurre lo mismo. Afortunadamente nosotros preferimos comer en los mercados o donde comen los locales; antes que irnos a un “caro” restaurante para turistas, aunque a veces hacemos una excepción y nos permitimos una buena pizza. Adoro el café, pero por muchos países me conformo con el soluble porque no quiero pagar el equivalente a dos euros o más por un simple expresso.
Los transportes también están relacionados con la duración. Varias veces nos pasó que algún otro visitante extranjero (por ejemplo) nos decía porque esperar al autobús que tarda 10 horas si se puede ir en avión por 40 euros… fácil: el autobús cuesta 5 euros y nosotros tenemos tiempo, no dinero… Esa es nuestra riqueza: tener tiempo.
También relacionado con la duración y el dinero es el ¿qué hacemos? Ya ha quedado bastante claro que no visitamos todas y cada una de las atracciones de pago, pero tampoco visitamos todo lo que es gratis ni todo lo que aconsejan las guías (que no usamos). Tenemos tiempo y preferimos quedarnos más de lo normal en un lugar, intentar conocerlo mejor, entenderlo. Estamos más centrados en conocer a otras personas de otras culturas que en visitar sus monumentos, sean naturales o construidos por el ser humano.
Al disponer de la flexibilidad que nos da el tiempo, no tenemos planes establecidos, si al llegar a un lugar no nos gusta nos vamos a otro sin sentir presión por haber perdido un día o dos. Evitamos las temporadas altas en los lugares turísticos por lo que el transporte y el alojamiento es mucho más asequible.
Disponiendo de nuestro mayor recurso que es el tiempo, nos es más fácil relajarnos y disfrutar de lo que nos gusta en cada lugar, aunque nos lleve varios días llegar o descubrir ese lado de la ciudad, esa mirada cómplice del vendedor, esa sonrisa de la gente local. En lugar de coleccionar lugares que tachamos de una lista, coleccionamos las vivencias en otras culturas y los conocimientos que adquirimos observando, hablando o tomando una taza té con los lugareños.
Cocinando y comiendo en Ladakh, India
Para nosotros menos, es más; menos lugares es más tiempo en algunos de ellos; menos prisas son más charlas con otras personas.
Irse de viaje significa ahorro y eso se traduce en ser autosuficiente para evitar gastos innecesarios. El equipaje está pensado hasta el infinito y vuelto a repensar. Tenemos un espacio limitado y debemos estar preparados para todo. No queremos perdernos una oportunidad por no tener la ropa adecuada y no queremos gastarnos dinero cada vez que necesitemos algo que no tenemos en nuestro equipaje. Somos minimalistas y, a la vez, estamos preparados para todo. Ropa para todos los climas, material de acampada, cosas a las que podemos darles diversos usos, electrónica… todo en versión pequeña y ligera. Durante el viaje el equipaje es tu casa y dependes de él; incluso si no te queda otra opción que comprar algo que necesitas encarecidamente, hay que tener en cuenta que tendrás que llevarlo contigo en ese ya limitado y minimalista equipaje o dejarlo atrás.
Hay muchas otras diferencias que se derivan de estas cuatro de las que hablo. Un ejemplo relacionado con la duración, el dinero y el equipaje son los recuerdos, los souvenirs para amigos y familia o recoger conchas por la orilla de la playa. Si estás de vacaciones y sabes que vuelves pronto, es más posible que hagas todo esto; si no sabes cuando vas a volver, no vas a gastar dinero y almacenarlo en tu equipaje.
Por supuesto que siempre en cada caso hay excepciones. Se puede ver a mochileros con mochilas de ochenta litros con las botas de montaña colgando fuera porque no tienen espacio entre toda la ropa que llevan; se pueden conocer personas que teniendo quince días de vacaciones se concentran en un par de ciudades o en una pequeña zona de un país… en Nepal conocimos a una pareja eslovaca que tenía planeado día a día un viaje de cinco o seis meses por Asia… no sabemos si llegaron a cumplir su objetivo.
¿Y tú qué opinas sobre irse de viaje y de vacaciones? ¿Es lo mismo?
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Víctor
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Hola pareja!
Nos ha encantado la entrada. Estamos de acuerdo. Hace un tiempo escribimos una entrada en nuestra web de «Maneras de ahorrar durante el viaje»(http://www.vistetequenosvamos.com/info-util/10-1-maneras-de-ahorrar-mientras-viajas/), y uno de los puntos claves era pensar que no estamos de vacaciones. ¡Es fundamental!
A las personas que os dicen que lo vuestro son vacaciones largas, es desconocimiento. Pensad que ellos nunca han preparado, realizado un gran viaje con todo lo que implica, y en verdad nunca lo harán. Solo nos queda entenderlos.
Un abrazo,
Alberto y Sonia