Tailandia sin turistas. ¿Aún es posible?
Cuando era adolescente me encantaba pasar por las agencias de viaje y coger los catálogos gratuitos. Empecé con los TUI y Neckerman. En vez de cómics y revistas para adolescentes, hojeaba con los ojos como platos los catálogos con descripciones de playas, hoteles y excursiones opcionales en México, Egipto y las Islas Canarias. Por aquel entonces, y por primera vez, leí sobre Seychelles y Maldivas, veía fotos de pequeños bungalows construidos sobre pilares que emergían directamente del mar. Soñaba con una playa ideal en un lugar lejano, donde el agua sería de un ideal color turquesa y templada, y la arena blanca como la nieve. Las fotografías que miraba casi siempre mostraban ese tipo de playas. Completamente vacías, casi salvajes, la viva imagen de la isla de Robinson Crusoe. Situaba esos lugares en el mapa y en silencio cruzaba los dedos y pensaba en poder llegar a ellos algún día. Entonces no pensaba en los turistas, no me preguntaba si otros querían ir donde quería yo. Los turistas eran para mí algo desconocido, y yo era pequeña, inconsciente e ignorante. ¿Tailandia sin turistas? ¿Hawái con turistas? No me importaba en absoluto.
Nunca atrajo mi atención Tailandia. No sé por qué pero me parecía más interesante la costa alrededor de Mombasa, Zanzíbar o la Riviera Maya. También soñaba con ruinas incas y con el pintoresco Tulum. Durante muchos años evité Tailandia, no sé si fue una decisión consciente o una intuición no querer ir donde van las multitudes. La primera vez en Asia me asusté un poco. Las hordas de turistas en Angkor Wat eran mayores que en Machu Picchu y no me sentía preparada para Tailandia, que en mi cabeza parecía el doble que Angkor. Oh, estereotipos.
¿Por qué me asustaba?
Llegamos a Tailandia por primera vez hace poco y, aún estando en el avión, miraba por la ventanilla impaciente. No sé que buscaba. ¿Multitudes de turistas desde ocho o diez mil metros de altitud? Era completamente irracional y lleno de estereotipos sobre nuevos ricos rusos y australianos borrachos. Junto con el miedo a los timadores y los mochileros contemporáneos, nos asustaba el turismo masivo de Tailandia. Turistas sexuales, toneladas de basura, la actitud todo a la venta, por «special price my friend”, playas a rebosar y la occidentalización. Como del fuego, huimos de las promocionadas Koh Samui y Koh Phi Phi (no sé si hicimos bien). No queríamos una trampa turística y, ante todo, no queríamos ir allí, igual que todos. Sólo hace unos meses nos dimos cuenta de una verdad. Normalmente llegamos a los mejores sitios por accidente.
Un “buen” lugar
Otra cosa es qué es para nosotros un buen lugar. Soy consciente de que ese “buen” es muy subjetivo. Todo depende de muchos factores. Los que importan en nuestra percepción del lugar (no siempre dependen de nosotros) son:
- la duración del viaje/vacaciones/tiempo en el país. ¿Ya estamos aburridos o queremos nuevas sensaciones? ¿Cansados de la realidad que nos rodea o aún bien?
- la compañía. Aunque el lugar no sea gran cosa, si tenemos buena compañía, seguro que tendremos un buen recuerdo. Conversaciones inspiradoras, risas y café o cerveza hacen lo suyo 😉
- alojamiento. Solemos dormir en sitios baratos. Nuestro presupuesto máximo son 15$ por noche y créeme, en la mayoría de los países en los que hemos estado hasta ahora, se pueden encontrar buenas habitaciones por ese dinero. A veces requiere bastante trabajo, tiempo y habilidad de negociación, pero merece la pena. Por lo menos en nuestro caso. Somos cada vez más exigentes y no es fácil complacernos. A veces nos basta con una habitación limpia, un colchón cómodo y baño. Otras buscamos más: localización (porque queremos estar cerca de la playa), TV (porque acaba de salir la última temporada de Juego de tronos y queremos verla en pantalla grande) o cocina (porque estamos hartos de la cocina local y queremos desayunar crepes con plátanos).
- el ambiente del lugar. Es una mezcla de diferentes factores: las sonrisas de los habitantes, la intensidad del tráfico, el aspecto de las calles o la existencia de cafeterías agradables con Internet (al fin y al cabo el blog surge en algún sitio y no es siempre una cama de hotel o un asiento en el autobús). Una mezcla completamente subjetiva y en gran medida dependiente de los factores descritos arriba.
- comida. ¿Qué puedo decir? Nos gusta comer y la disponibilidad de comida local buena y barata es muy importante.
- la intensidad del turismo. No siempre tenemos en cuenta este factor porque algunos lugares no se pueden visitar sin turistas y entonces no nos queda más remedio que aceptarlo (al final somos como ellos). Siempre que podemos elegimos lugares que NO aparecen en la guía Lonely Planet. Sobre todo aquí, en el Sudeste Asiático.
Tailandia sin turistas
Entonces, ¿cómo es en Tailandia? ¿Existe una Tailandia sin turistas? ¿Se pueden encontrar lugares no turísticos que hayan conservado su carácter y se conserven originales? Lugares que no estén llenos de mochileros modernos ni maduros en busca de compañía femenina de pago y que aún sean buenos. ¿Es posible? ¡Por supuesto! Y lo mejor de todo es que no es necesario hacer una gran búsqueda. Sin muchos problemas fuimos capaces de llegar a lugares poco turísticos que resultaron ser “buenos”. He escrito bastante sobre Koh Phayam (aquí y aquí) y aunque no se puede decir que es Tailandia sin turistas, hay muy pocos (y seguirá así). Un par de buenos ejemplos son la pequeña Trang o la encantadora Prachuap Khiri Khan. Una historia diferente.
Prachuap Khiri Khan
A Prachuap Khiri Khan llegamos, por supuesto, por accidente. Salimos de la agradable Kanchanaburi en autostop. Leímos tanto sobre lo fácil que es hacer autostop en Tailandia, que teníamos que probarlo. No sé si tuvimos mala suerte o buena porque, por cosas del destino y una amplia variedad de medios de transporte (un destartalado autobús, un sucio y caluroso tren local, la parte trasera de un pick-up, dentro de un pick-up conducido por un aspirante a piloto de Formula 1, un coche de policía y un coche normal) llegamos bastante entrada la noche a Prachuap Khiri Khan (que nombre más fácil ;D).
Fuimos espontáneos. No sabíamos dónde llegaríamos ese día y no habíamos reservado alojamiento. Google nos dijo que Prachuap es una ciudad de veraneo para los tailandeses y Maps.me nos enseñó algunos alojamientos baratos.
Acabamos en Baan Praw Sang Duan Guesthouse (otro nombre fácil), llevado por los dueños del restaurante Krua Chaiwat (¿se traba la lengua?) y…¡bingo! El lugar ideal. Más un homestay que un hotel. De nueva construcción, habitación limpia con aire acondicionado, baño (¡con agua caliente!), TV y acceso a zonas comunes. Cocina, comedor, patio y jardín con mesas y sillas. Además al lado de la playa. El precio, después de una pequeña negociación, muy bueno.
Caímos reventados hasta la mañana siguiente que salimos a explorar la ciudad. Nos sorprendió la falta de turistas. Era sábado y nos esperábamos familias tailandesas aprovechando el buen clima y la playa. Paseamos por calles estrechas, observamos a los pescadores trabajando, descubrimos un mercado, nos abastecimos de frutas y verduras, bebimos un buen café en un pequeño local. Para terminar comimos una deliciosa, y extrañamente barata, cena en el restaurante de los dueños del hotel.
La vida normal que pudimos ver en Prachuap sin timadores ni atracciones para los jóvenes mochileros nos gustó tanto, que decidimos prolongar nuestra estancia algunos días.
Con bicicletas alquiladas recorrimos kilómetros por el paseo marítimo disfrutando del sol, de las maravillosas vistas y de lo vacío que estaba todo. También fuimos a la playa más conocida (Ao Manao) que está dentro de una gran base militar. Gracias a eso está limpia (los soldados recogen la basura a diario). Casi una playa ideal. Grandes pinos dan sombra a la arena blanca y fina. La playa larga y ancha invita a pasear y a bañarse. Era domingo y, de nuevo, esperábamos montones de gente. No estaba tan vacía como donde fuimos con las bicicletas pero fue muy fácil encontrar un lugar para nosotros. Por lo que he visto, a los tailandeses no les gusta mucho andar. Normalmente se mueven en coche, tuk-tuk o scooter y ocurría lo mismo en las playa, se quedaban cerca del parking. Basta con andar unas decenas de metros y estaremos completamente solos.
Resumiendo qué hacer en Prachuap: comer en los mercados nocturnos, montar en bicicleta, ir a la playa y observar la vida cotidiana.
Cómo llegar Muy fácil en tren, en apenas unas horas desde Bangkok. Autobuses y minibuses salen continuamente desde la Estación del sur de Bangkok (Sai Tai Mai Bus Terminal). Dónde dormir Os recomendamos Baan Praw Sang Duan Guesthouse. Puedes ver la descripción aquí y nuestras fotos aquí. Qué hacer Sin duda alquilar una bicicleta (50 baths al día) y pedalear por los alrededores, mejor a ambos lados de la ciudad. Ao Manao es imperdible.
Trang
Eso suele pasarnos, que los lugares que más acaban gustándonos, están completamente faltos de atracciones en el sentido convencional de la palabra. Justo así es Trang. Aquí no hay templos maravillosos ni arquitectura espectacular. Tampoco fantásticas playas ni bares con música hasta el amanecer. Ni siquiera la propia ciudad es bonita, unas cuantas calles con edificios normales. Entonces ¿por qué Trang tiene un valor incuestionable para nosotros? Porque nos parece que nos empapamos de la vida normal de una pequeña ciudad tailandesa.
Los turistas que llegan a Trang están, en su mayoría, de paso. Trang es una ciudad de tránsito entre las islas de la costa este y oeste. Aquí en este cruce de caminos llegan, a veces, algunos turistas extraviados (como nosotros al principio).
Teníamos que quedarnos una noche o, como mucho, dos y salir hacia Koh Lipe. Nos quedamos cuatro porque teníamos reserva en la isla sino seguro que nos hubiéramos quedado más. Trang resultó ser un verdadero “buen” lugar. ¿Por qué? Difícil elegir sólo una cosa, es más bien una combinación de circunstancias y elementos que hace que se forme algo más grande.
En el caso de Trang intervino nuestro guesthouse. Antes de llegar nos marcamos en el mapa un par de hoteles baratos y, al llegar a la ciudad, llamé a uno de ellos preguntando si tenían habitación libre. Sin reservar nada, les aseguré que en media hora estaríamos allí y que queríamos ver que ofrecían. Al llegar nos encontramos con una agradable familia tailandesa y, aunque el guesthouse era un poco viejo, todo estaba limpio y bien cuidado. Desde el primer momento los amables propietarios nos hicieron sentir como en casa.
Los propietarios del Yamawa Guesthouse en Trang nos señalaron en un mapa los mercados, los famosos night markets. Los night markets son algo muy importante en Tailandia y más aún si no son atracciones para turistas; shows creados para satisfacer las necesidades de los turistas y no para la población local. Cada ciudad o barrio, en el caso de las grandes ciudades, tiene el suyo. Un lugar donde se puede comprar casi de todo, todas esas “baratijas” chinas, ropa, calzado, gafas de sol, fundas para el teléfono, etc. Lo importante es que se puede comer muy bien y muy barato. Cerca de nuestro guesthouse había tres night markets. Uno diario y dos durante los fines de semana. Por supuesto fuimos a todos. No sé cuál era la mayor atracción. La deliciosa comida para nosotros o nosotros para los vendedores que no nos quitaban ojo, nos señalaban con el dedo y nos sacaban fotos. Un déjà vu de China.
Nos hicimos amigos de un relojero local que resultó ser el mejor del gremio y maestro de los relojeros más jóvenes. Todo nos lo explicó su mujer que durante años trabajó en Europa y hablaba inglés perfectamente. Ella regenta una pequeña joyería y su marido un pequeño puesto en la calle donde arregla relojes. Antes era dueño de la relojería más grande en Trang pero se la quedó su hermano cuando perdió su trabajo. Él prefiere ser independiente. Y así todos acudirán a él para arreglar sus relojes. En efecto, cada vez que parábamos a hablar con su mujer, él tenía clientes.
Historias así despiertan nuestra simpatía por el lugar porque nos muestran el lado humano. No tratamos Trang como otro lugar que estaba de camino. Trang es, para nosotros, el relojero y su mujer, los propietarios de nuestro guesthouse, la mujer del night market que nos ofreció el mejor Massaman curry del mundo y la cafetería (Sinocha Café), donde pasamos muchas horas bebiendo café, comiendo y trabajando; la cafetería donde el dueño no nos trataba como unos clientes más sino como unos clientes habituales. Justo en Sinocha Café tuvimos nuestra primera entrevista online. Si quieres ver un poco el interior de la cafetería y escuchar que decimos sobre la vida durante un viaje, echa un vistazo aquí.
El café es algo muy importante por lo que se conoce a Trang. En las colinas que rodean la ciudad se produce café y la tradición de su consumo es larga y rica. Nos sorprendió mucho, ya el primer día, ver tantas cafeterías. No eran Starbucks, sino pequeños locales donde la clientela es tailandesa y no extranjera con sus cafés latte triple con sirope de caramelo y canela.
Cuando entramos en la cafetería nuestra atención fue para los cafés. Todos lo bebían en pequeñas tazas. Las bebidas se componían de dos capas: una dorada y espesa en el fondo y otra negra como el alquitrán que llenaba el vaso hasta el borde. Los clientes las mezclaban rápido hasta que se convertían en un simple café con leche que bebían a sorbitos. Algunos elegían la versión caliente y otros con hielo. Sin pensarlo dos veces, elegimos la versión caliente.
Kofi, así se llama este café en Trang y alrededores, no es más que un aromático y fuerte café, recolectado y tostado en la región, al que añaden leche condensada. La leche condensada es clave ya que rompe el amargor y da la inyección de energía necesaria en este clima tan caluroso y húmedo. Nos convertimos en clientes habituales de la cafetería y del kofi. Incluso Víctor, que no suele tocar el café con azúcar o leche, se pasó al kofi.
He mencionado que Trang no tiene atracciones turísticas. De hecho la ciudad en si no atrae demasiado. Pero si la buena comida, sus simpáticos habitantes y un guesthouse agradable no te convencen, tal vez lo harán los alrededores que se pueden recorrer por tu cuenta con una moto. Los cerros que rodean Trang están llenos de cataratas y no muy lejos hay algunas playas decentes. Si te interesan las islas pequeñas y remotas, el dueño de Yamawa Guesthouse te ayudará con la reserva del hotel y el transporte. En nuestro caso nos desaconsejaba bastante la famosa Koh Lipe diciendo, con una mueca en el rostro: “too many tourists, soooo touristic”. No le hicimos caso y, bueno, de todas maneras ya teníamos pensado ir a Koh Lipe, pero ahora podemos decir que tenía toda la razón del mundo. Conociendo nuestros gustos, seguramente nos sentiríamos mucho mejor en alguna de las islas pequeñas cercanas a Trang.
Cómo llegar Está muy bien comunicada. Nosotros fuimos desde Ranong por Surat Thani pero desde Bangkok salen autobuses regularmente, y desde otros lugares turísticos al sur hay una red de conexiones con cómodos minibuses. Desde Trang es muy fácil llegar a Koh Lipe. Comprando el billete en una agencia sale más barato que por tu cuenta. El billete de ferry y el minibús que nos llevó desde el guesthouse al embarcadero por 650 baths. Dónde dormir No es el más popular entre los turistas pero, para nosotros es el mejor: Yamawa Guesthouse. Qué hacer
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Kasia & Víctor
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Gracias por compartir un artículo y de tus vivencias en Tailandia, espero en algún momento viajar a este país y disfrutar de lo que nos puede brindar.
Eric, muchas gracias por leernos y comentar! De verdad nos hace mucha ilusión.
Tailandia es un país muy bueno para empezar la aventura con Asia. A pesar de ser muy turístico, tiene unos cuantos lugares mágicos.
Ojalá podamos volver a Perú, justo Ancash es lo que nos queda por ver. Bonita página tienes!
Dentro de nada iremos publicando sobre Indonesia, esto si que es un destino fascinante. Acabamos de llegar y nos encanta. Un saludo!
Gracias Kasia, si vienen a Ancash, me pasan la voz, estaré por estos lares haciendo lo que más me gusta viajar y la fotograf´´ía.
Saludos y suerte en todo!!