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Human by nature

Human by Nature. Descubriendo el lado humano de Kerala

India milenaria. India, el país de contrastes donde la divinidad y cotidianidad se dan la mano en cada momento del día a día. Sus gentes conviven con sus dioses… y sus dioses con sus gentes. Al sur, el Estado de Kerala con su lema «God’s own country» (El país de Dios) es un vivo ejemplo de todo ello y un remanso de paz en la caótica India.

Hinduistas, musulmanes, varias ramas católicas, jainistas y unos pocos sikhs y judíos comparten en armonía el pequeño territorio de Kerala. Diferentes templos, celebraciones, festivales, costumbres, ritos y gastronomía se distinguen y se mezclan en esta pequeña tierra tropical a orillas del Mar de Arabia. 

Esta riqueza de culturas crea tolerancia entre ellas y por la naturaleza que les rodea y de la que viven y de ahí surge la campaña publicitaria de Kerala Tourism: Human by Nature de la que tenemos el placer de formar parte.

Mezcla de culturas en Fort Kochi 

Fort Kochi, o la parte histórica de Kochi, es sin duda nuestra ciudad favorita de Kerala. Es limpia, la gente sonríe con timidez, la información turística funciona perfectamente y los rickshaws entienden a la primera cuando escuchan “no, gracias”. 

Un pequeño pueblo de pescadores que cambió de manos durante siglos entre portugueses, holandeses e ingleses. Hoy, las culturas y las religiones se mezclan en la ciudad. Tal pasado y diversidad no pasan desapercibidos: se reflejan en la arquitectura, la cocina y la vida cotidiana. En Fort Kochi, el sincretismo cultural está en su mejor momento, y el pasado convive en armonía con la modernidad.

Fort Kochi se explora a pie. Sumergirse en las estrechas calles del barrio judío, visitar el cementerio holandés cubierto de vegetación, admirar la Iglesia de San Francisco y la Sinagoga. Sin embargo, ante todo, vale la pena estar abierto a la gente. Los numerosos homestays, que se han convertido en un símbolo de la ciudad, ayudarán. Muchas casas han abierto sus puertas a los turistas, lo que permite ver la vida de los keralitas desde dentro de sus casas.

Nuestro lugar favorito es el paseo que bordea la playa. Aquí, a lo largo de varios cientos de metros, se extienden las redes de pesca chinas. Se necesitan hasta seis hombres para operar estos colosos de hasta 20 metros de ancho y 10 metros de altura. Es sorprendente, que desde que se construyó la primera hace más de 600 años, las técnicas de construcción y funcionamiento no hayan cambiado.

Sin embargo, no son las redes las que nos atraían, sino los pescadores. Especialmente aquellos que venden sus capturas en la mañana temprano. Este es el rostro humano de Kerala: unos simples pescadores listos para vender su pescado a los turistas a un precio justo. Vale la pena aprovechar la compra para hablar con ellos sobre las dificultades de sus vidas y tratar de comprender uno de los gestos keralitas más típico: ese sutil movimiento de cabeza de un lado a otro que se puede interpretar de todas las formas posibles.

Una ciudad con mucho que ofrecer

Los keralitas de los backwaters

Imagina que estás sentado en una piragua, un pequeño bote que se mece suavemente al ritmo de un remo manejado por un hombre vestido con un mundu. El silencio y el color verde que te rodean son tan intensos que tienes que frotarte los ojos para convencerte de que son reales. Donde se acaba el agua se pueden ver construcciones. Cobertizos, casas pequeñas y grandes. Te preguntas cómo construyeron sobre esos pequeños trozos de tierra ganados a la fuerza a la todopoderosa agua.

Estás en los famosos backwaters de Kerala, una red de más de 2.000 kilómetros de canales, ríos y remansos donde la vida gira alrededor del agua. Es difícil saber dónde termina una aldea y comienza otra. Sentado en la piragua tienes tiempo de contemplar la vida cotidiana, tan diferente a la nuestra. Mujeres tejiendo cuerdas con fibras de coco o haciendo la colada delante de sus casas, niños chapoteando en el agua y hombres pescando.

Aquí todo fluye a su ritmo. Despacio. Siempre hay tiempo para pedirle al “capitán” que pare. Los keralitas son amables y curiosos. En Allepey, la capital de los backwaters, es fácil encontrar a alguien dispuesto a llevarte en su piragua; en nuestra opinión, la mejor forma de disfrutar esta región. No en un gran grupo de turistas ni desde la cubierta de un houseboat sino en una piragua capaz de navegar en los canales más estrechos y donde el “capitán” te explicará todo lo que necesites, te contará cómo es la vida en los backwaters e, incluso, te invitará a cenar a su casa.

Human by nature

El verde dominante se aprecia mejor desde el agua

La vida cotidiana. En el agua y gracias a ella

Human by nature en Varkala

Llegamos en pleno monzón pero, en lugar de lluvia, nos acompaña el sol y mucho calor. Las temperaturas limitan nuestra actividad. Por la mañana salimos de nuestra cabaña y paseamos a lo largo del acantilado con vistas al océano disfrutando de la brisa y de las vistas.

Una pared de cocoteros separa dos mundos: el océano y las personas. El único elemento entre ellos son los pequeños barcos de pesca y los cocos que yacen en las playas. Nos cruzamos con grupos de niños y sonreímos con timidez a las mujeres. Estamos rodeados de amabilidad.

Después del desayuno nos vamos a la ciudad. En lugar de un taxi, nos subimos al autobús local. Nos sentamos por separado; hombres delante y mujeres atrás. Miramos a los pasajeros. Las mujeres son hermosas… y lo saben. Preciosa piel color chocolate, cabellos negro azabache y ojos marrón oscuro y brillante. Realzan su belleza con prendas de colores vivos y oropeles: infinidad de pulseras, largos pendientes y horquillas en el pelo.

Ningún problema para encontrar un mercado de frutas; una de las mujeres del autobús nos acompaña y nos ayuda a elegir la mejor fruta. La siguiente vez que vamos al mismo puesto el vendedor nos recomienda sobre plátanos, papayas y mangos. De repente la fruta posee un rostro humano y sabe mucho mejor. Los keralitas tiene la habilidad de hacerte sentirte como en casa en un solo día.

Kothamangalam, off the beaten track

A mitad de camino entre Fort Kochi y las plantaciones de té de Munnar se encuentra la pequeña Kothamangalam. Tropical, tranquila y hospitalaria. La experiencia más humana que tuvimos en Kerala fue allí, gracias a nuestros amigos que nos abrieron las puertas de su casa, su jardín de frutas y especias, su gastronomía y su vida. A cambio ellos se quedaron con un espacio en nuestros corazones.

Ningún turista extranjero (ni nacional) viene a Kothamangalam porque dicen que no hay nada que ver… están muy equivocados. Rodeada de montañas y de un parque natural donde incluso los elefantes andan a sus anchas, paredes de exuberante vegetación y la vida cotidiana están allí, esperando a para ser observadas con calma. Acercarse a la orilla del rio y observar como los pescadores lanzan con destreza sus grandes y pesadas redes es una experiencia casi hipnótica que no te cansarás de fotografiar. Además de disfrutar de las sonrisas de muchos de sus habitantes.

Kerala tiene mucho que ofrecer. Sin embargo, hay un elemento que une todas las riquezas y atracciones: sus gentes. Es este aspecto el que eligió Kerala Tourism en su campaña Human by Nature. Al ver el vídeo que prepararon, tenemos lágrimas en los ojos. Míralo tú mismo:

P.D.

Este artículo está escrito en colaboración con Kerala Tourism pero, como siempre, todas las opiniones son nuestras.


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Kasia & Víctor

Una polaca y un español. Llevan viajando juntos desde 2008. Fue entonces cuando se conocieron en Perú y pronto descubrierion que viajar es algo más que un pasatiempo. Locos por animales, buenos libros y estar en movimiento.

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