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Ahora mismo…

La perspectiva de la distancia depende de la persona. Para nosotros el mundo es pequeño cuando nos reencontramos con personas que hemos ido conociendo durante estos cuatro años; pero ese mismo mundo se expande hasta el infinito cuando tu propósito es recorrerlo. Para nosotros la distancia no son horas de avión ni ningún otro transporte… recorrer esa distancia hasta el destino a veces fijado también es una parte intrínseca del viaje pero ahora todo se confunde en nuestras cabezas… 

Estamos en Plovdiv (Bulgaria). A unos 1.600 kilómetros de casa. Estamos tan cerca de Varsovia que podríamos llegar en un par de días de autobuses, trenes o (con mucha suerte) haciendo autostop. Sí, ya sé que también puedes subirte a un avión en Estambul, Almatý o Bangkok y en unas pocas horas estás en casa pero siempre evitamos los aviones todo lo que podemos.

¡Regresamos a Polonia!

Ya está. Ya lo he dicho en público para aquellos que no reciben nuestro newsletter. De hecho desde que estábamos por Asia Central empezamos a dirigirnos hacia Polonia porque Kasia prometió a su familia que estaríamos en Varsovia para las fiestas navideñas. Nos ha llevado unos cuantos meses pero ya casi estamos allí.

Perdón queridos lectores y lectoras porque en lugar de escribir sobre Turquía o Bulgaria estamos buscando en Internet lo que necesitamos comprarnos para reemplazar algunas cosas de nuestras mochilas que se caen literalmente a trozos… por ejemplo mis queridas zapatillas: las Chiruca que me han acompañado durante más de diez años ya tienen agujeros en la suela por los que, como pude comprobar hace unos días caminando bajo la lluvia, entra tanta agua que me empapa los calcetines. Kasia se va a encargar de preparar la cena de Nochebuena y lleva días buscando recetas para pates, embutidos y tartas. Cuando nos hemos cansado de buscar (o lo hemos encontrado), Google nos recordaba que llegaba el Black Friday y, entonces seguíamos buscando una buena oferta para reemplazar el disco externo, comprar una chaqueta para el invierno que nos espera o una máquina para cortarse el pelo y la barba 

¿Se acabó lo de viajar?

Rotundamente no. Solo cambiará, evolucionará o como cada uno quiera llamarlo. No vamos a negarlo: las mochilas cansan. Recuerdo la primera conversación que tuvimos al respecto: estábamos en la azotea de nuestro hotel, cerveza en mano, contemplando como el sol se escondía tras las murallas de la milenaria Jiva. 

Hablamos de las mochilas, de las bicis, del transporte, de las ganas de seguir recorriendo el mundo, de tener nuestro espacio, de tener nuestra libertad porque, aunque viajamos por libre a nuestro ritmo siguiendo nuestro camino y no las rutas marcadas por otros, seguimos limitados por las rutas y los horarios del transporte público o del vehículo que nos lleva en autostop… las bicicletas nos daban esa completa libertad de movimiento pero no queremos volver a pedalear como ya escribí el día que decidimos cambiar de aires.

El viaje no termina. El regreso a Polonia es temporal; se podría decir que estaremos de paso o que serán unas vacaciones en familia pero en lugar de ir a algún sitio, veremos la TV, beberemos vino, charlaremos frente a la chimenea… 

Nuestro viaje continuará. Estamos muy lejos de establecernos en un lugar… hay tanto que ver, tantos paisajes, tantas maravillas de la naturaleza, tantas culturas, tantas personas, tantos platos que probar. Tenemos varios planes en mente pero antes de contártelos a ti o de llevarlos a cabo, hay que rellenar la hucha.

No vamos a pedirte que nos patrocines; ni a ti ni a nadie. No queremos publicidad ni nada que nos comprometa a hacer, escribir o poner algo que no nos convenza en el blog… no vamos a hacerlo como se hace en los últimos tiempos en la blogosfera, vamos a hacerlo a la antigua: trabajando.

Empezamos a buscar trabajo en la Laponia finlandesa y en Islandia hace unas semanas y ya tenemos algunas respuestas para trabajar en hoteles, solo falta que nos confirmen. Cruza los dedos por nosotros porque además de trabajar podremos hacer realidad otros sueños como ver la aurora boreal, el sol de medianoche y vivir prácticamente aislados en una cabaña de madera… 

Los últimos días

Pasamos los últimos días antes de venir a Plovdiv en la profunda y rural Bulgaria pero no fue por accidente; teníamos un motivo: visitar a unos amigos que hace años eran mis alumnos de español y nuestros vecinos en Varsovia. Viajaron con mochilas, en bici y en furgoneta hasta que encontraron su lugar en Bulgaria muy cerca de la frontera con Grecia y Turquía y decidieron establecerse en Zhelazari, una pequeña aldea de solo 20 habitantes. 

Ania y Marcin (Two hungry people) son increíbles. Imagina ir a vivir a un lugar que está en mitad de la nada, pasar el primer invierno con temperaturas bajo cero, sin agua caliente ni calefacción. Son el vivo ejemplo de que si quieres, puedes. No hace falta tener dinero para todo solo determinación y fe en que tendrás éxito.

Pasamos ocho días hablando, comiendo y trabajando (cuando no llovía). Cortando leña para el invierno (ya tienen calefacción) o plantando unos postes para hacer un recinto para los perros: Pancho, al que adoptaron de camino y Sara que apareció hace unos meses. Sin prisas, sin estrés, delante de la estufa de leña con los perros durmiendo a nuestros pies, el gato en el regazo y con un vaso de vino hecho por uno de los vecinos del pueblo compartimos decenas de experiencias, nuestras particulares miradas al mundo y decenas de planes, sueños e ilusiones para el futuro cercano y lejano. Envidio su forma de vida y ellos la nuestra; volverán al camino o nos estableceremos nosotros. El tiempo lo dirá.

Escribo estas líneas en una cafetería en Plovdiv mientras hacemos tiempo antes de subirnos al autobús que nos llevará a Budapest donde también tenemos previsto un reencuentro: Diana que nos hospedó hace cuatro años en la ucraniana Lviv nos invita a su casa en la capital húngara.

PD: Muy pronto llegarán los posts sobre el Kurdistán turco, la costa sur de Turquía, Esmirna, Estambul… o sea que no te vayas muy lejos de tu pantalla. 

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Víctor

Atípico español, que no aguanta los toros, el fútbol, el flamenco y el calor. Le encanta el invierno y la cerveza fría. Profesor de español de vocación. Un cabezota que siempre tiene su opinión. Manitas comparable a MacGyver, con cinta, cuerda y un cuchillo arregla casi todo y con pegamento, todo. Cuando coge un libro, el mundo no existe. Bueno, lo mismo pasa si se pone a acariciar a perros y gatos. Se levanta y se despierta al mismo tiempo. Vamos, un tipo majo 😀

Esta entrada tiene 2 comentarios

    1. Hola Trini.
      El enlace está bien pero a saber en qué país con régimen dictatorial te has metido que te bloquea la página… jajajaja

      De todas maneras hace un par de años que no escriben nada en el blog, ahí están sus viajes y sus recetas pero la actual vida de granjeros la cuentan un poquito en Instagram.

      Un abrazo desde el McDonal’s ese tan bonito de Budapest.

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