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Tainan

Tainan: el origen de Taiwán

En menos de una hora en tren local desde Kaohsiung, llegamos a Tainan. La que fue la primera ciudad de la isla Taiwán, la que fue capital del país nos recibe con lluvia y viento frío. No nos importa. Casi es mejor así, habrá menos gente y preferimos no sudar a pleno sol cuando recorremos lugares a pie. 

Pasamos por la oficina de información turística en busca de algún mapa, que nos dio un amable señor que no hablaba nada de inglés excepto: Sorry, no english. Nos despedimos diciendo: Sorry, no chinese. Mientras caminamos tranquilamente en dirección a nuestro hostal, vi un mercado y me grabé en la memoria la localización. Soy de esos que aún son capaces de memorizar las cosas sin necesidad de un teléfono, además, ni siquiera tengo; con el de Kasia nos las arreglamos. 

El mercado local en Tainan

Llegamos (por error nuestro) un día antes al hostal que nos había invitado a alojarnos, el Wow Tainan International Hostel. Por suerte tenían habitación libre. Nos aprovisionaron de mapas e información sobre qué visitar y dónde comer y nos dijeron que el autobús para ir a la zona vieja pasa cerca. Amablemente declinamos todas sus recomendaciones y le dijimos que queríamos ver el mercado que estaba de camino entre la estación de trenes y el hostal. Los mercados son el alma de cada lugar, la verdadera vida cotidiana transcurre en ellos. Pasear por ellos es la mejor forma para sumergirte en otra cultura. Allí puedes ver qué compran, qué venden, cómo anuncian sus productos, cómo los escogen, cómo regatean y, además, suelen ser los mejores lugares para comer.

A cinco minutos del hostal, este mercado no fue ninguna excepción. Caminamos entre sonrisas y saludos. Entre cientos de productos que desconocemos. Carnes, pescados y mariscos, frutas y verduras, decenas de cosas desecadas o fermentadas. Muchos nos ofrecieron una pequeña muestra cuando nos veían mirando, ingenuos los productos expuestos. Para matar el apetito nos decidimos por unos pancakes que parecían ser lo más solicitado del lugar. Muy buenos aunque, como muchas otras veces en China y en Taiwán, no supimos decir si eran dulces o salados. ¡Qué viva la ignorancia!

El rincón práctico

Llegar a Tainan es muy sencillo. Desde Kaohsiung hay trenes locales cada media hora, cuestan 68 TWD y el viaje dura una hora. Desde Taipéi también son muy frecuentes. Puedes comprobar horarios y precios aquí.

Creo que un lugar así se merece más de un día. Dedícale al menos un par de días a Tainan o incluso tres. Nosotros estuvimos dos días y nos quedamos con ganas de quedarnos más tiempo pero ya habíamos quedado con una anfitriona de Couchsurfing en Chiayi, nuestra base para visitar la zona de Alishan.

Nuestra estancia en Tainan fue gracias a la invitación del Wow Tainan International Hostel. Lo recomendamos no solo porque nos invitó sino también porque está limpio, la decoración es bonita, el personal es amable y por su increíble ubicación. Ofrece tanto camas en dormitorios, como habitaciones privadas con o sin baño.

La zona de los templos en Tainan

Aparte del mercado olvidado por las guías y los mapas turísticos, a apenas unos metros del hostal, se encuentran el Templo de Confucio y el Museo de Koxinga. La mejor forma para visitar esta zona es andando mapa (o teléfono) en mano. Si es fin de semana es mejor planearte los más importantes para primera hora de la mañana (los taiwaneses no son muy madrugadores en sus días libres) y dejarte el resto para visitarlos a lo largo del día. Tendrás templos para elegir: budistas, taoístas, confucionistas y los dedicados a Matzu, la Diosa del mar. En mi opinión, estos últimos son los más bonitos e interesantes tanto en Tainan como en otros lugares de la isla (hay más de 400 templos dedicados a Matzu en Taiwán).

Algunos de los lugares más destacados son el Fort Provintia, el Templo Wufei (o Templo de las 5 concubinas), el Templo o Monasterio Fahua, el Templo Tiangong (o Templo del Cielo), el Templo Cheng Huang (o Templo del Dios de la Ciudad) o las Torres Chikuan.

Si aún te quedan fuerzas y ganas, seguro que encontrarás más templos escondidos pero mi consejo es que pienses bien que quieres ver. No intentes abarcarlo todo en un solo día porque llegará un momento en que cada templo te parecerá una copia del anterior. 

La mayoría de los templos son gratis y en los que hay que pagar, la entrada cuesta 50 TWD o menos.

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Koxinga, el rebelde

Koxinga es el sobrenombre de Zhèng Chénggōng (鄭成功), un héroe nacional para todo el pueblo taiwanés. Nacido en Japón, hijo de un pirata chino que llegó a ser comandante de la Flota Imperial China. Cuando los holandeses que gobernaban la isla de Taiwán (1624 – 1662) empezaron a cometer abusos contra las tribus, Koxinga y sus seguidores se levantaron en armas. Lograron controlar una parte de la isla, expulsaron a los españoles y forzaron a los holandeses a firmar la rendición y a abandonar la isla. Desgraciadamente no pudo disfrutar de los efectos de sus hazañas. El mismo año que expulsó a los holandeses contrajo paludismo (malaria) y murió menos de un año después.

El Museo de Koxinga es gratis e inexplicablemente los turistas taiwaneses nunca pasan por allí. Merece la pena dedicarle una corta visita y leer las pocas explicaciones que hay en inglés y descansar un rato en el jardín que lo rodea con un lago decorado con una gran escultura de un dragón.  

El distrito de Anping

Le llegó el turno a la atracción principal de Tainan: el distrito de Anping. Decidimos recorrer los tres kilómetros hasta Anping paseando tranquilamente a lo largo del río y observando a los ancianos ejercitándose. Fue un paseo muy agradable a pesar del viento frío hasta que llegamos a Anping Old Street y nos encontramos con cientos de taiwaneses moviéndose a paso de tortuga entre las decenas de puestos de caros snacks y souvenirs. Ya nos habíamos encontrado en esta situación en otros lugares cuando viajábamos por China. Estos lugares están preparados para los locales y el turista asiático quiere comer, comprar estúpidos souvenirs fabricados en cadena y hacerse fotos. La cultura o la arquitectura no interesa y se ve tapada por cientos de vendedores ambulantes y restaurantes.

Buscamos en vano entrever los restos del primer asentamiento de la Compañía Holandesa de las Indias. Para poder ver el origen de la primera ciudad de la isla, no queda otra opción que pagar la entrada para el Fort Zeelandia o Tree House aunque para un europeo no creo que sea muy interesante ver este tipo de construcciones. En muchos países de Europa puedes encontrar fuertes, castillos y barrios con edificaciones con más de 100 años.

Incluso el Templo de Matzu y el gran arco de entrada no son para tanto si el día anterior visitaste la zona de templos.

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Desgraciadamente para nosotros, la zona de Anping fue una gran decepción. A la media hora de llegar decidimos volver en autobús a la zona del hostal y perdernos por los callejones cercanos en busca de algo menos turístico.

Lo que no se enseña al turista

Desilusionados con Anping nos decidimos a explorar los alrededores de nuestro hostal. Sin problemas en unos minutos nos perdimos por un laberinto formado por calles cada vez más estrechas. Nos topamos con capillas, tiendas de barrio y pequeños templos. Ropa tendida en la calle, fachadas decoradas con decenas de plantas y flores, grupos de ancianos jugando al mahjong o conversando cigarrillo en mano. Al igual que en el mercado, es en sitios así (los que no aparecen en las guías ni en los mapas turísticos) donde se puede ver la vida cotidiana, la cultura, las tradiciones, el alma del lugar. 

Siguiendo las recomendaciones del hostal y no sin dificultad encontramos alguna de las cafeterías famosas por tener un callejón de acceso por el que apenas cabe una persona y después fuimos a la famosa zona culinaria: Bao’an Road. Esta calle es donde cada taiwanés viene a cenar (la gastronomía de Tainan es famosa en toda la isla). Por eso todo está escrito en su idioma y en cada puesto o restaurante hay largas colas de gente esperando para degustar sus platos favoritos. 

Nosotros éramos los únicos occidentales a la vista, con aspecto de perdidos, preguntándonos qué estamos haciendo allí. Así nos vio el hombre que se acercó a preguntarnos, con su escaso inglés, si necesitábamos ayuda. Fue a buscar a su hija que habla inglés y estaba comiendo en otro puesto. De repente teníamos a toda la familia (perro incluido) explicándonos los diferentes platos. Pidieron los que ellos consideran mejores y se quedaron hablando con nosotros mientras comíamos. La verdad es que no fue ni de lejos lo mejor que hemos comido en Taiwán, no estaba mal teniendo en cuenta que algunas de las “delicias” que nos sirvieron, ni siquiera sabemos que eran.

Algunas fotos para terminar:

Tainan

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Víctor

Atípico español, que no aguanta los toros, el fútbol, el flamenco y el calor. Le encanta el invierno y la cerveza fría. Profesor de español de vocación. Un cabezota que siempre tiene su opinión. Manitas comparable a MacGyver, con cinta, cuerda y un cuchillo arregla casi todo y con pegamento, todo. Cuando coge un libro, el mundo no existe. Bueno, lo mismo pasa si se pone a acariciar a perros y gatos. Se levanta y se despierta al mismo tiempo. Vamos, un tipo majo 😀

Esta entrada tiene un comentario

  1. Víctor, estoy en Taiman Qué simpático tu texto, eres excepcional y certero! Coincido con tus apreciaciones
    Gracias por todo!

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