Mapas. Siempre hay alguien mirando

La semana pasada Kasia me llevó a la escuela donde estudio inglés. Era pronto y me quedé en los sofás de recepción leyendo hasta que vi un mapa en la pared. Un mapa de la ciudad de Perth. Cuando quise darme cuenta ya había localizado donde estaba en ese momento, la calle donde alquilamos nuestro apartamento y donde había trabajado esa misma mañana. Quizás me preguntes: ¿Para qué?

Yo también me hice esa misma pregunta.

La atracción de los mapas

Los mapas tienen algo. Algo que te atrae para que los observes y busques en ellos. No sé si sabes de dónde salió la idea de emprender este viaje pero fue de un mapa. Un mapa que le regalé a Kasia y lo colgué en nuestro salón justo delante del lugar donde ella se sentaba.

Aunque no te guste viajar ni la geografía ni nada que tenga relación con ellos, siempre te quedas observando detenidamente cuando te encuentras con uno. Puede ser un mapamundi, un globo terráqueo o el plano de una ciudad; incluso un plano de tu propia ciudad.

Hay constantes, comportamientos extraños que nadie puede explicar:

– Cuando llegamos a lo alto de una montaña, nos ponemos las manos en la cintura (¿afina la vista?)

– Cuando vamos a aparcar, bajamos el volumen de la música (¿vemos mejor?)

– Cuando estamos en un lugar elevado en nuestra ciudad, intentamos divisar el tejado del edificio donde vivimos (¿confirmar esto… el… para… tu me entiendes?)

A la vista de un mapa, sufrimos una increíble atracción por buscar nuestra calle, ciudad, país, donde vamos las próximas vacaciones o donde estuvimos durante las últimas.

Si te enfrentas “cara a cara” con un mapamundi enseguida notarás lo pequeña que es Europa, comparada con cualquier otro continente e incluso con muchos países que conoces como China, India, Australia, Canadá, Estados Unidos, Kazajistán.

Si tu “adversario” es bastante detallado quizás puedas distinguir las miles de islas que componen gran parte de Asia (Indonesia 17.000, Filipinas 7.000, Japón casi 7.000).

Obviamente te darás cuenta de la gran extensión que ocupan los océanos y quizás te preguntarás porque le llamamos “Tierra” a nuestro planeta.

Planeando la ruta

Si te gusta viajar marcarás mentalmente donde has estado y todo lo que te queda por ver. Te pondrás a planear tu siguiente escapada al mundo. Eso hicimos nosotros. Planeamos una ruta a seguir. Una ruta que se desvió en menos de cuatro meses. Una ruta que fue cambiando, que cambia constantemente cada vez que llega nueva información a nuestras manos, unos comentarios sobre un destino, unas líneas de algún libro.

Creo que no dejamos constancia de esa primera ruta que nosotros mismos cambiábamos una y otra vez. Recuerdo que ninguno de los dos estábamos interesados en India y agotamos los tres meses de visado que nos dieron. Aún pensamos en volver pero no al famoso triángulo dorado donde van todos sino al norte, a nuestro querido estado de Ladakh. Recuerdo que yo no quería ir a Bangkok como otro más de los miles de turistas que van allí y acabamos pasando varias veces por la capital tailandesa porque nos encantó. Y muchos más casos.   

Y seguimos. Cada vez que tenemos unas horas libres, miramos un mapa. No en la pared, tenemos que conformarnos con el ordenador. Comparamos, soñamos con los próximos destinos. A día de hoy estamos planeando que hacer después de Australia.

Ya tenemos el primer paso decidido pero después tenemos demasiadas opciones; hay tanto que queremos ver. 

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Víctor

Atípico español, que no aguanta los toros, el fútbol, el flamenco y el calor. Le encanta el invierno y la cerveza fría. Profesor de español de vocación. Un cabezota que siempre tiene su opinión. Manitas comparable a MacGyver, con cinta, cuerda y un cuchillo arregla casi todo y con pegamento, todo. Cuando coge un libro, el mundo no existe. Bueno, lo mismo pasa si se pone a acariciar a perros y gatos. Se levanta y se despierta al mismo tiempo. Vamos, un tipo majo 😀

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