Larga espera en Delhi
Llegamos a Delhi bastante tarde y tras muchos esfuerzos conseguimos un tuk-tuk que conocía la dirección de nuestro anfitrión de CS. Habíamos escuchado muchas historias malas sobre CS en India pero nos decidimos a probar porque nos gusta tener por lo menos un CS en cada país que visitamos ya que, de ese modo, podemos conocer algo más de su ciudad, de su país y de su cultura. Nuestro anfitrión resultó ser bastante extraño, se entusiasmó cuando le hablamos de que queríamos comprar una moto de segunda mano y se prestó a ayudarnos al día siguiente pero como no podíamos sacar tanto dinero del cajero, nos propuso que le ingresáramos el dinero en su cuenta y que el se encargaría de negociar el precio. No nos sentíamos a gusto en su casa, nos pareció que quería timarnos porque nos daba unos precios más altos de los que habíamos visto en Internet. A la mañana del día siguiente después de esperar a que se despertara (dos horas después de la hora convenida) nos preparó un sandwich de mantequilla y nos propuso una excursión por las mayores atracciones de Delhi por veinte dólares, según él para gasolina y parkings. Le dijimos amablemente que eso era mucho dinero para nosotros y que podíamos hacerlo con el eficaz transporte público; entonces se acabó su ayuda ya no éramos unos turistas ricos a los que sacarles dinero. Le preguntamos cuanto nos iba a cobrar por la compra de la moto y se enfadó diciendo que él trabaja en Microsoft y cobra mucho dinero y que no necesita nuestro dinero para nada y que no nos iba a cobrar nada por el desayuno. Miré a Kasia y sin palabras nos pusimos de acuerdo en que teníamos que irnos de allí. Nos fuimos al centro a buscar un lugar con Wi-Fi para organizar nuestra «fuga» que tuvo lugar a la mañana siguiente después de pasar la tarde con nuestro CS y su hermano donde nos contaron un montón de historias sobre que ellos y la mayoría de sus parientes son millonarios y de cómo otros «surfers» que habían hospedado les habían robado botellas de alcohol e incluso un iPhone. No nos creímos ni una sola palabra y al día siguiente en nuestro hostal escribimos a Couchsurfing contando la situación y en pocos minutos nos contestaron y le borraron el perfil.
Siempre hemos dicho que no nos gustan las ciudades grandes y Delhi con 22 millones de habitantes no fue la excepción que confirma la regla. Teníamos que esperar la llegada de un paquete desde Polonia con las viejas botas de montaña para Kasia ya que las que había llevado en Georgia, Armenia e Irán le destrozaron los pies el primer día del trekking en Nepal y las vendimos en Katmandú.
Delhi como toda la India es sucia, ruidosa y caótica. Cada persona nos ignora o intenta timarnos. Comprar cualquier cosa es una lucha porque aunque les enseñes el precio marcado en el envase, ellos siguen empeñados en cobrarte más; si vas a comer, tienes que luchar para que te sirvan lo que has pedido y no lo que a ellos les apetece preparar; si necesitas un tuk-tuk y sabes el precio, tienes que luchar para que no te cobren el triple o más; a la entrada de la estación de trenes, a veces, hay hombres que dicen trabajar allí e intentan desviarte por otro camino, supongo que sin buenas intenciones por lo agresivos que se ponen hasta que les contesto con la misma agresividad y haciendo aspamientos con los brazos para llamar la atención de la gente que nos rodea; andar (pasear es imposible) también es una lucha contra coches, tuk-tuks, motos, bicis y el resto de personas que no dudan en empujarte para pasar primero. A todo lo anterior hay que añadir el olor a orines ya que hay urinarios (sólo para hombres) por muchas calles pero sin agua. Las temperaturas de más de cuarenta grados no ayudan, por lo tanto, no tuvimos fuerzas, ni ganas de ver nada, ni de hacer fotografías; lo único que hicimos es ir a una cafetería con aire acondicionado y, a veces Internet, donde escribíamos, buscábamos información y leíamos sobre nuestros próximos destinos. La alternativa era quedarnos en nuestra habitación a 33 grados con un ventilador que, a pesar de sonar como una turbina de avión, apenas refrescaba si no te ponías debajo directamente al salir de una de las diez duchas diarias que nos dábamos.
Fueron sólo seis días pero me parecieron dos semanas. Cuando abandoné Delhi, lo hice asqueado de ella y contento de no tener que volver.
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Víctor
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Hola Víctor, que pena lo de delhi , yo no tengo muchas ganas ni siquiera de pasar por ahí, estamos a una semana del de viajar y ve hacia donde vamos a ir , la idea es almnorte , ver montañas y naturaleza , templos , mi novia quiere ver el Taj Mahal (yo no estoy ni ahí por lo mismo que uds tampoco lo están ) , en fin En Indonesia fuimos aprendiendo en el camino, nos cagaron los de aduanas saliendo , y filipinas fuimosmaprendiendo a tolerar la suspensión lluvias y conocer los monzones .. ahora Korea , su calor y paisajes y el sabor a pescado y picante en todo , saludos ! Hay otra forma más de contactarlos fuera de esta pag? Saludos
Hola Emiliano,
Desgraciadmente en los lugares megaturísticos de India y del Sudeste Asiático te sientes como si fueras dinero con piernas pero es algo con lo que tienes que lidiar si quieres visitarlos.
Si quieres contactarnos puedes hacerlo por nuestro perfil en Facebook, en Instagram o envíanos un email a kasia_victor@yahoo.com
Un saludo desde Perth.