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Jazd

Yazd, una joya encontrada en el desierto

En un oasis en la conjunción de los desiertos Dasht-e Kavir y Dasht-e Lut surgió hace más de 3000 años una ciudad que fue el último refugio de los zoroastrianos ante la invasión árabe, uno de los pocos lugares a los que no llegó la invasión mongola del famoso Gengis Kan, al contrario que Marco Polo que pasó por ella en el año 1272. Hoy en día sigue en pie y sigue siendo una de las más grandes e importantes ciudades en Irán; estoy hablando de la magnífica Yazd.

Yazd, para todos los turistas

Cuando entras a la ciudad sólo ves una ciudad como cualquier otra; atestada de tiendas, mucho tráfico y ruido hasta que llegas a un pequeño cruce y ves una pequeña calle a mano izquierda llamada Jameh, nombre que viene dado por la enorme mezquita que hay al final de la calle, Masjed-e Jameh. En esta calle empieza la zona turística con sus cafeterías, tiendas de recuerdos y diferentes agencias que ofrecen las mismas excursiones al desierto y si entras en algunas de las callecitas de los lados puedes encontrarte con un montón de hoteles o con un laberinto de calles y más calles de viviendas y mezquitas. Antes de entrar a la mezquita, que bloquea la calle, tienes la entrada al bazar aunque está destinado únicamente al turista y tardamos menos de cinco minutos en salir de allí.

Lo mejor para todos

El primer día encontramos un horno de pan tradicional, una buena frutería y un supermercado y aunque pensábamos estar un par de días, nos quedamos durante cuatro días. No podíamos dejar de salir a pasear y perdernos una y otra vez por las intrincadas calles del casco antiguo con casas de adobe construidas medio metro por debajo del nivel de la calle igual que se hacía hace siglos. Muchas de ellas aún tienen torres de viento; altas torres abiertas en la parte superior por donde entra el aire y al descender se va enfriando hasta llegar a las viviendas. A pesar de ser un sistema de “aire acondicionado” utilizado desde hace siglos, hoy en día se sigue utilizando incluso en ciudades tan modernas como Dubai.

También por el casco antiguo se encuentra la recomendada, aunque no es para tirar cohetes, Plaza de Amir Chakhmaq. Además hay algunos edificios y casas históricas que intentamos encontrar en varias ocasiones con pésimos resultados aunque también es cierto que no pusimos mucho ahínco en la búsqueda; siempre veíamos algún pequeño e interesante callejón por el que nos desviábamos. Lo bueno de perderse es que puedes encontrar otros lugares mucho más interesantes como Kushknoo Water Mill, una instalación subterránea de donde se saca el agua hasta hoy en día; de hecho todo el casco antiguo está lleno de largas escaleras para acceder a estas fuentes subterráneas.

Decepciones

Además de pegarnos la caminata de más de media hora dos veces porque la primera vez que fuimos estaba cerrado, el alabado Templo del Fuego de los zoroastrianos resultó ser un edificio de poco más de diez años con una pequeña hoguera y una sala con seis carteles, aunque sólo cuatro de ellos estaban en inglés, explicando el contenido de su libro sagrado (el Avesta) y algunas de sus celebraciones. Fue una gran pérdida de tiempo y, afortunadamente, una pequeña pérdida de dinero.

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Víctor

Atípico español, que no aguanta los toros, el fútbol, el flamenco y el calor. Le encanta el invierno y la cerveza fría. Profesor de español de vocación. Un cabezota que siempre tiene su opinión. Manitas comparable a MacGyver, con cinta, cuerda y un cuchillo arregla casi todo y con pegamento, todo. Cuando coge un libro, el mundo no existe. Bueno, lo mismo pasa si se pone a acariciar a perros y gatos. Se levanta y se despierta al mismo tiempo. Vamos, un tipo majo 😀

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