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un año viajando

Nuestro primer año viajando

A todos nos gusta recordar y celebrar las fechas “redondas”. Hoy 27 de octubre, hace un año exactamente que salimos de casa sin un destino claro pero con el rumbo fijado en el este. Llevamos un año viajando.

[Parte de lo que viene a continuación lo voy a escribir en primera persona con la firme convicción de que Kasia escribirá sus propias reflexiones que, por lo que hemos hablado, serán las mismas que las mías.]

Los últimos dos meses, a medida que se acercaba esta fecha y dependiendo de algo que se escapa a mi entendimiento, me venían a la cabeza dos preguntas recurrentes.

Primera: ¿Ya ha pasado un año viajando?

Me parece que fue hace unos pocos meses cuando salí de mi Polonia de adopción dispuesto a recorrer todo lo posible de este mundo. Dispuesto a visitar las ciudades que siempre he querido ver y de paso cientos de lugares de los que no había oído hablar en toda mi vida. Dispuesto a conocer culturas que siempre he querido conocer. Dispuesto a observar la vida y las costumbres de las diferentes gentes que pueblan nuestro planeta, aprender de ellas y, quizás, enseñarles algo. En definitiva: dispuesto a cumplir montones de sueños de mi niñez, de mi adolescencia y de mi madurez.

A mis 38 años considero que he madurado lo suficiente aunque hay gente que me tacha de inmaduro irresponsable por dejar la vida cómoda, el trabajo, el piso, la familia, amigos… para viajar por el mundo sin billete de vuelta. Algunas de esas personas que me juzgan me conocen y saben que ya lo hice una vez: dejé todo en España con la única idea fija de que no iba a volver a mi Alicante natal, me fui a recorrer el Amazonas y acabé en Varsovia pero, ni siquiera sabiéndolo, les entra en la cabeza que no sé cuando volveré, ni adónde volveré.

Por otro lado hay mucha gente que me envidia y me admira por atreverme a romper con todo y lanzarme a esta aventura. Hace unas semanas haciendo auto-stop en China, uno de los conductores que nos llevó me dijo que lo que hacía era muy romántico: no sólo iba a ver el mundo sino que lo hacía con la mujer a la que amo.

Segunda “¿de verdad he vivido tantas cosas en tan sólo un año?

Como sabréis los primeros tres meses viajamos en bicicletas pasando por Polonia, Ucrania, Rumanía, Bulgaria y Turquía. Durante esos meses conocimos lugares desconocidos que nos cautivaron como Chernivtsi en Ucrania o Balchik en la costa del Mar Negro búlgara y ciudades históricas como Estambul (la antigua Constantinopla), Esmirna o  Éfeso. También conocimos a montones de personas que nos ayudaron dándonos agua, comida, cobijo o una agradable conversación delante de una taza de té. Cuando pienso en ello me parece tan lejano y sólo hace nueve meses que cambiamos las queridas bicicletas por nuestras viejas mochilas.

En los siguientes nueve meses hemos visitado Georgia, Armenia, Irán, Nepal, India, China, Mongolia y estamos (de nuevo) en China. Tanto los lugares que hemos visitado como las personas que hemos conocido son incontables.

  • En Georgia catamos vinos en Winery Khareba.
  • Acampamos en un monasterio con más de 1000 años de antigüedad en Armenia donde un día haciendo auto-stop nos llevaron en tractor; aunque otro día nos llevaron unos mafiosos en su Lexus.
  • En Irán los kurdos nos invitaron a sus casas, vimos Naghsh-i Jahan (la segunda plaza más grande del mundo) y Persépolis (las ruinas de la antigua Persia).
  • Nepal no me gustó pero pudimos hacer un trekking en Himalaya.
  • En India pasamos un mes en Ladakh, cruzamos Khardung La (el paso por carretera más alto del mundo) en moto y hicimos auto-stop en el lago Pangong a 4200 metros de altitud y, un mes más tarde, en la exótica Kothamangalam (Kerala) pasamos un día en casa de las personas que nos llevaron en Pangong.
  • Estuvimos de compras en Hong Kong y cruzamos a China en ¡metro!
  • Pasamos unos días en un estudio de arquitectura en la planta 16 en Shanghái, estuvimos en Tian´anmen (la plaza más grande del mundo), dormimos en la Gran Muralla China y visitamos las Grutas de Yungang con estatuas de Buda de más de 1500 años de antigüedad.
  • Recorrimos durante casi dos semanas en desierto del Gobi en Mongolia y vimos la vida actual de los nómadas.
  • Ahora cada día es una aventura haciendo auto-stop por el oeste de China.

Si me paro a pensar, me parece increíble haber hecho todo esto en tan sólo un año y lo que escribo es una mínima parte de lo que hemos vivido, de los paisajes que hemos podido contemplar, de los cientos de diferentes platos que hemos probado, de las personas que hemos conocido, de las que nos han ayudado, de las costumbres que hemos aprendido de cada país o región… podría escribir líneas y líneas.

¿Continuará?

Mi mente no abarca tantos recuerdos en tan poco tiempo pero, de momento, seguirán acumulándose porque un año no es más que el principio. Aún no se me ha pasado por la cabeza la idea de volver a “casa”. Ni siquiera me he sentido cansado de viajar; cada día tengo más ganas de moverme de un lugar a otro sin saber qué o quién me espera allí. Siempre con la certeza de que si no me gusta, sólo tengo que dar otro paso al siguiente lugar. El mundo es tan grande que es imposible verlo entero pero estoy empeñado en recorrerlo todo lo que pueda mientras tenga fuerza y ganas.

John Dos Passos escribió: “Como todas las drogas, viajar requiere un aumento contante de la dosis” y una frase anónima pero muy conocida dice “el mundo es como un libro abierto y el que no viaja sólo lee la primera página” y yo me siento identificado con ambas.

Espero que nos encontremos algún día a lo largo y ancho de este mundo.

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Víctor

Atípico español, que no aguanta los toros, el fútbol, el flamenco y el calor. Le encanta el invierno y la cerveza fría. Profesor de español de vocación. Un cabezota que siempre tiene su opinión. Manitas comparable a MacGyver, con cinta, cuerda y un cuchillo arregla casi todo y con pegamento, todo. Cuando coge un libro, el mundo no existe. Bueno, lo mismo pasa si se pone a acariciar a perros y gatos. Se levanta y se despierta al mismo tiempo. Vamos, un tipo majo 😀

Esta entrada tiene 2 comentarios

    1. Gracias Ludmila. Esperamos que nuestras rutas se vuelvan a cruzar. ¿Quizás en Buenos Aires en un par de años? 😀

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