Excursión en Royal Enfield – de camino a Turtuk (parte 3)
Cuando salimos de Leh descartamos este lado del valle y Turtuk nos parecía que estaba en el fin del mundo pero, como cada vez que hacemos planes, allí llegamos pasado el mediodía.
Turtuk se encuentra al final de Nubra Valley, en una región desértica cruzada por dos ríos (Shyok y Nubra) y casi aislada del resto del mundo. Las excursiones organizadas, después de hacer noche en Diskit, van hasta Hunder para ver las dunas o montar en camello y algunas se acercan hasta Turtuk para comprar albaricoques secos (considerados los mejores del país) en la primera tienda del pueblo pero nadie se queda allí para pasear y, menos aún, para pasar la noche. Suponemos que por eso fuimos la atracción del día para los habitantes de Turtuk.
Al llegar no nos sentimos muy atraídos por el lugar, sólo por las gentes. Estábamos en tierras musulmanas: los vestidos y pañuelos de las mujeres cubren todo el abanico de colores y estampados contrastando con las simples y sobrias vestiduras de los hombres barbudos. Al leer nuestros “apuntes” nos enteramos de que estamos en la parte baja del pueblo y que existe, evidentemente, otra parte, la alta. Cruzamos el rio, subimos por un angosto camino hasta un puente que sólo se puede cruzar a pie y aparcamos la moto con mucho esfuerzo ya que todo el lugar está bastante inclinado y, a pesar de haber cientos de turistas hindúes, ninguno nos ayuda en absoluto. Uno de ellos me preguntó qué había allí para ver, me hice el tonto y no le contesté.
Señas y sonrisas
Al poco de cruzar el puente para peatones nos encontramos con rostros sonrientes; las mujeres y los niños saludaban a nuestro paso. Me fui a buscar alojamiento sin mucho éxito y al volver me encontré a Kasia hablando con unas cuantas chicas que querían poner en práctica su inglés. Le tocó buscar a Kasia y yo me quedé jugando con tres niños de ocho años mientras se probaban nuestros cascos. Cuando volvió Kasia me contó que por señas le había explicado a un niño que buscaba alojamiento y él le llevó por medio pueblo hasta un pequeño homestay.
Conseguimos una habitación doble con cena incluida y baño y sala de estar compartidos. Al rato llegaron nuestros compañeros de baño y sala, cuatro coreanos que viajaban cada uno por separado. Se habían conocido en la India y durante un tiempo viajaban en grupo. Enseguida nos pusimos a hablar de viajes, libros y gastronomía con uno de ellos que era propietario de un restaurante en Seúl y profesor de ¡salsa! Nos reímos mucho de nuestras experiencias y ellos aplaudieron (literalmente) al saber de nuestro viaje y de nuestro matrimonio.
Burros, canales y prados
Turtuk a tan sólo 2800 metros de altitud es un oasis rodeado de altos picos nevados. Está lleno de estrechos caminos de cemento que discurren en paralelo a los canales de agua que recorren todo el pueblo para regar todos los huertos, campos de trigo y cebada y, sobre todo, los albaricoqueros.
Pasear por el pueblo es un placer. Todo está limpio, las casas son bonitas, la gente saluda, el arrullo del agua de los canales relaja y hay burros por todas partes; a Kasia le encantan y a mí me recuerdan a las películas de Shrek. Aquí no hay lugar para ninguna máquina por el difícil acceso hasta el pueblo y por la estrechez de los caminos que lo recorren. Todo se hace a mano de forma artesanal, no hay pesticidas ni otro abono que el estiércol y el transporte se hace a base se tracción animal.
Diferentes identidades
Los habitantes de Turtuk son musulmanes, usan el alfabeto urdu pero hablan en Balti. Se consideran, en primer lugar, Baltis y el segundo lugar depende del año de nacimiento. Hay que recordar que hasta 1971 Turtuk pertenecía a Pakistán. Nuestro anfitrión con menos de treinta primaveras se define como Balti e hindú pero sus padres y abuelos son pakistaníes, por supuesto, después de su orgullo Balti.
A pesar de encontrarnos muy bien en el pueblo (curiosamente siempre nos ocurre lo mismo entre musulmanes), los días de alquiler de la moto contaban y tuvimos que emprender el regreso al día siguiente.
Quinto día (133 Km.): De Turtuk a Khardung
Salimos temprano sin saber si tendríamos fuerzas y ganas de llegar hasta Leh. Deshicimos el camino por todo el valle y empezamos a ascender poco a poco.
El tiempo empeoró bastante y la última media hora hasta Khardung fue muy dura con un poco de lluvia y un fuerte viento de lado. Nos quedamos en un guest house en Khardung al lado de la carretera y al cabo de un rato todo el pueblo empezó a llenarse de los coches de las excursiones que paraban a comer. Prudentes nos fuimos a leer a la habitación y nos hicimos una siesta de dos horas. Al despertar todo estaba vacío, el viento helado soplaba con más fuerza y en lo alto de las montañas se veían nubes negras de tormenta… pero una tormenta a más de 5000 metros significa nieve como corroboramos al día siguiente.
Sexto día (73 Km.): De Khardung a Leh
La subida hasta el paso de Khardung La a 5360 metros de altitud fue una pesadilla. La nieve caída la noche anterior junto con el frio formaron muchas placas de hielo. Kasia tuvo que bajar de la moto varias veces e, incluso, correr (nada fácil cuesta arriba y a más de 5000 metros) para ayudarme en una ocasión a mantener en equilibrio a la moto y a mí mismo sobre una placa de hielo. Me quedé atascado varias veces debido a los agujeros llenos de nieve pero conseguimos llegar a la cima aunque cansados y con frio ni siquiera paramos (ya teníamos las fotos que nos hicimos a la ida).
La bajada fue más fácil pero dura por el cansancio acumulado. La temperatura subía mientras nosotros descendíamos y cuando vi un sitio al sol paramos para calentarnos, descansar y relajarnos.
Desde ese momento empezamos a cruzarnos con cientos de motos y convoyes de coches de las excursiones organizadas. Habían abierto la ruta principal, la carretera desde Manali a Leh y miles de turistas acudían a Nubra Valley.
Para mi sorpresa las motos en ruta nos saludábamos (como en Europa) y nos dejábamos paso; los coches y minibuses, por el contrario, conducen por en medio de la estrecha carretera como si sólo fuera para ellos, tocando el claxon para que te apartes de su camino. Donde fueres, haz lo que vieres, me pasé el resto del camino con el dedo en el claxon más tiempo que en el resto de mi vida.
Fuimos a nuestra impecable habitación del querido Charu Guest House donde fuimos recibidos con sonrisas, unas tazas de té y un, inesperado, plato de arroz con verduras para cenar. Estábamos en casa sanos, salvos y contentos por haber recorrido Nubra Valley con una Royal Enfield.
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Víctor
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Hola,
He estado viendo vuestro blog y es muy interesante. Voy este verano a Leh y tengo intención de alquilar moto unos días y recorrer valle de Nubra y alrededores.
Puedo contactar contigo para que me des algunos consejos?
Gracias por vuestro trabajo
Javier
Hola Javier. Gracias por tus palabras y por leernos. Puedes preguntarnos aquí mismo o enviarnos un correo a kasia_victor@yahoo.com