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Samarcanda

La mítica Samarcanda

Samarcanda es y ha sido el sueño de muchos viajeros. Milenaria, casi mítica. Para mí era un de mis grandes sueños; como lo era el Nacimiento del Amazonas, los Himalayas, la esteparia Mongolia o la pequeña Armenia. Hace tres años estando en Irán decidimos saltarnos Asia Central (por motivos que no vienen al caso) y de toda esta región solo la espinita de Samarcanda se me clavó aún más. 

Samarcanda, la ciudad más famosa de Uzbekistán. Samarcanda tan antigua como Roma o Babilonia. Samarcanda, la mítica. Samarcanda, la que evoca historias, leyendas, las mil y una noches, la Ruta de la Seda…

Sabía que poco queda de la original, diferentes invasores y terremotos la destruyeron a lo largo de sus más de 2.700 años de vida. Sabía que lo que actualmente se puede ver es obra de la antigua Unión Soviética pero era algo superior a mí. Solo su nombre provocaba algo en mí, una sensación, un pensamiento: tengo que ir, tengo que verla con mis propios ojos, tengo que pasear por sus calles, tengo que sentir lo que sea que se siente allí, en Samarcanda. Allí en la ciudad que fue la más importante de la Ruta de la Seda, allí por donde pasó Marco Polo, Alejandro Magno, Gengis Khan, Tamerlán (el que mandó poner en su lápida: “cuando me levante, el mundo temblará, quienquiera que perturbe mi descanso desencadenará a un invasor más terrible que yo”) y muchos más personajes a lo largo de la historia.

Samarkanda

Samarcanda en la historia

Samarcanda es conocida por ser un icono de la Ruta de la Seda. Al igual que las menos conocidas Yazd o Tabriz de la antigua Persia. Muchos viajeros, conquistadores, mercaderes la han calificado de majestuosa entre otros muchos adjetivos positivos.

El famoso Alejandro Magno la conquistó en el siglo VI a.C. y lo único que dijo de ella fue: “Todo lo que había oído de Samarcanda era cierto, excepto que es más hermosa de lo que imaginaba.” En mi opinión sigue siendo correcto hoy en día.

Por aquí pasó Marco Polo en el siglo XIII aunque poco escribió de ella: “Ciudad famosa y grande en aquella región, que es tributaria de un sobrino del Gran Kan. Habitan en ella juntamente los cristianos y los que adoran a Mahoma, que se denominan sarracenos.” Hay que tener en cuenta que a principios del mismo siglo Gengis Khan y sus tropas asolaron esta región en su afán de expandir el Imperio Mongol.

Árabes, samánidas, selyúcidas, mongoles y, probablemente, otros pueblos la conquistaron, asolaron, dominaron, destruyeron o todo esto junto hasta la llegada de Tamerlán que la convirtió en capital de su Imperio. En cada región conquistada, perdonaba la vida a arquitectos, artistas y poetas para enviarlos a Samarcanda. La mayor parte del Patrimonio arquitectónico de la ciudad proviene de los tiempos de su reinado. Por eso hoy en día es un héroe para algunos y un tirano para otros.

Samarcanda para mí

Y llegó mi turno. Solo que no como conquistador ni invasor ni mercader… sino como un fan ansioso y curioso. Por fin estaba en la ciudad que siempre había querido conocer. No me defraudó aunque, como otros, pienso que Bujará y Jiva no tienen nada que envidiarle. 

Samarcanda es monumental. Bujará también tiene monumentos pero sus caravanserais convertidos en talleres de artesanos, galerías de arte y restaurantes, no puedes encontrarlos en Samarcanda. Aunque si tengo que elegir, sinceramente, me quedo con Jiva y las calles detrás o al lado de las atracciones turísticas donde transcurre la vida de sus habitantes.

Hay que visitar Samarcanda sabiendo que el legado de Tamerlán fue “reconstruido” por los soviéticos. Eso sí, a imagen y semejanza de como fue. No es tan antiguo como debería pero es espléndido, no defrauda y cumple las altas expectativas del afortunado visitante. Aún odiando las frases hechas creo que Samarcanda es uno de esos lugares que hay que ver por lo menos una vez en la vida.

Samarkanda

¿Qué ver en Samarcanda?

Al igual que en otros posts sobre lugares turísticos, no voy a hacer un listado de atracciones ni pienso explayarme en explicaciones. Para eso ya tienes millones de líneas escritas en Internet y en cada guía de viajes. Solo voy a mencionar algunos “imperdibles” (como odio este adjetivo) y darte algunos consejos para visitarlos.

Evidentemente no podía faltar la Plaza de Registán. Uno de los lugares más importantes de la Ruta de la Seda. Las tres grandes madrazas que la forman son la imagen más típica, no solo de Samarcanda sino de todo Uzbekistán. La entrada a la plaza y a las tres madrazas cuesta 40.000 UZS (un poco más de 4 euros) y puedes entrar las veces que quieras durante todo el día. Te recomiendo ir a primera hora y al atardecer. Dependiendo de la posición del sol, los colores y la luz cambiarán la atmósfera en cada fotografía. Es la mayor atracción y el interior de cada madraza (pasillos y patios incluidos) están tomados por decenas de tiendas de souvenirs y vendedores que pueden llegar a ponerse demasiado insistentes. Lo que más nos gustó fue las fotografías antiguas que puedes ver (sorteando las tiendas que ocupan todo el interior) en la madraza central.

Samarcanda

Samarkanda

Samarkanda

La Mezquita de Bibi Khanym fue la joya del Imperio de Tamerlán. La mandó construir la esposa china de Tamerlán cuando él estaba fuera de la ciudad aunque cuenta la leyenda que no llegó a terminarse porque el constructor se enamoró de Bibi y le pidió un beso a cambio de seguir la construcción. Evidentemente cuando Tamerlán se enteró ejecutó al constructor y obligó a todas las mujeres a llevar velo para no tentar a los débiles hombres. Justo enfrente está el Mausoleo de Bibi Khanym aunque no entramos es muy fotogénico al anochecer.

Samarkanda

Samarcanda

Samarkanda

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Muy cerca de la Mezquita de Bibi Khanym, se encuentra el mercado central. Aparte de la parte elevada donde están los puestos de especias y frutos secos destinados al turista, es un mercado muy colorido donde perderse un rato para observar a la gente y comprar frutas y verduras de temporada y pan recién hecho a muy buen precio. 

Pero si quieres ver la Samarcanda local tendrás que adentrarte en sus calles. Desde la Plaza de Registán bajando por la calle principal y peatonal, mira a tu derecha y verás unas puertas de metal entre los edificios. Al cruzarlas encontrarás un dédalo de calles con casas particulares, pequeñas tiendas de barrio, hornos de pan… Paseando por allí nos encontramos con una tienda de antigüedades preciosa donde el dueño nos invitaba a té y a que nos quedáramos a comer con su familia; amablemente rechazamos la oferta y seguimos descubriendo la Samarcanda de los locales.

 

Mi último consejo es para la hora de la cena: en la misma calle peatonal hay un gran restaurante en un patio. Comida buena y barata aunque al ver el sitio nunca pensarías que pueda ser tan barato. Las ensaladas son muy buenas, sobre todo, la de berenjena con tomates secos. En Maps.me está marcado como Bibikhanum chaykhana. Buen provecho.

¿Y tú? ¿Quieres venir a Samarcanda? 

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Víctor

Atípico español, que no aguanta los toros, el fútbol, el flamenco y el calor. Le encanta el invierno y la cerveza fría. Profesor de español de vocación. Un cabezota que siempre tiene su opinión. Manitas comparable a MacGyver, con cinta, cuerda y un cuchillo arregla casi todo y con pegamento, todo. Cuando coge un libro, el mundo no existe. Bueno, lo mismo pasa si se pone a acariciar a perros y gatos. Se levanta y se despierta al mismo tiempo. Vamos, un tipo majo 😀

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