Tana Toraja. Algo más que funerales
Tana Toraja es un destino fijo de todo aquel que visita Sulawesi excepto los que van a algunos de los enclaves más preciados en el mundo del submarinismo.
¿Eso quiere decir que todo el mundo conoce esta región? No, por supuesto que no.
Reconozco que nunca había oído hablar de Tana Toraja hasta hace poco, supongo que me perdí ese documental del canal Discovery. En cambio Kasia sabía de que hablaba cuando me propuso venir a esta región, la conocía de haberla visto en la TV hace muchos años. Tana Toraja es fácil de recordar; por sus peculiares casas con tejados que asemejan a barcos invertidos o cuernos de búfalo llamadas tongkonan o por sus macabros ritos funerarios. No me malinterpretes, digo macabros porque desde el punto de vista “occidental”, el concepto de la muerte y los funerales que caracterizan a los Toraja distan mucho de parecerse a los nuestros.
Para los Toraja, al igual que para los hindúes en Benarés, la muerte y la pérdida de un ser querido es un paso más en la vida, otra etapa de la existencia del ser humano. No hay lloros ni lamentos ni pena alguna. El funeral no es un velatorio, es un acontecimiento donde los invitados celebran el siguiente paso de un ser querido. No son ceremonias privadas para la familia y allegados sino un acto público.
Tana Toraja es un lugar muy turístico, así que no voy a describir lo que muchos han escrito antes en infinidad de blogs, guías de viajes y artículos sobre otras culturas y/o antropología. Si estás interesado puedes leer un corto artículo pinchando aquí.
¿Quiénes son los Toraja?
Los Toraja son un grupo étnico de aproximadamente un millón de personas aunque, actualmente, sólo la mitad habitan la zona montañosa del interior de Sulawesi. Por esta ubicación vivieron aislados hasta que los holandeses dieron con ellos a comienzos del siglo XX. Nada ni nadie ha conseguido cambiar sus creencias; algunos se declaran protestantes, otros musulmanes pero todos siguen practicando sus ritos ancestrales.
La denominación de Toraja deriva de la palabra “Toriaja” que en buginés (la lengua de la etnia mayoritaria de Sulawesi, los bugis) significa “gente de la montaña” aunque hoy en día tiene el significado despectivo de “paleto o pueblerino”.
¿Cómo y qué hacer en Tana Toraja?
La mejor forma de recorrer la región es con vehículo propio. Alquilar una moto en cualquier hotel es suficiente para visitar todos los alrededores de Tana Toraja. Aunque hay muy poca señalización en las carreteras y la zona parece ser un agujero negro en las aplicaciones de mapas de los smartphones, no es necesario contratar un coche con conductor ni un guía, basta con sacar la mejor sonrisa que tengas y preguntar a la gente que encuentres por el camino. Pregunta siempre dos veces porque, como buenos asiáticos, nunca dirán que no saben y te señalarán cualquier dirección para ocultar su “ignorancia”.
Vale… reconozco que si estás muy interesado en saber qué está pasando en los funerales, si que necesitarás un guía para que te explique lo que estás viendo.
Además de asistir a algún funeral (observa que no digo colarse ya que no serás el único extranjero presente, incluso preparan un espacio reservado para los “blancos”), te puedes pasar unos días recorriendo pequeñas aldeas, tumbas, cuevas o disfrutando de las vistas por las pequeñas carreteras flanqueadas de bosques de bambú.
La ciudad de Rantepao, además de ser la capital y el nudo de transporte de esta región, es el mejor lugar para alojarse. La calle principal de la ciudad, donde se concentran todos los servicios para los turistas, no tiene ningún atractivo. Aceras inexistentes y si las hay, están ocupadas por los productos expuestos de las tiendas o por decenas de las miles de motos que plagan la ciudad. El ruido, el humo y el caos que conlleva el excesivo tráfico existente te quitará las ganas de salir a callejear.
A pesar de lo anterior, es recomendable darle una oportunidad a Rantepao. Si consigues superar la calle principal y meterte por alguna pequeña calle que te lleve a cruzar el río, descubrirás otra ciudad de Rantepao. Una Rantepao donde la vida discurre sin la presencia de turistas, sin calles asfaltadas, sin restaurantes ni cafeterías. Una Rantepao donde los niños llevan a los búfalos tirando de una cuerda, donde la gente te saluda y te sonríe, donde cuelgan las pieles de los búfalos sacrificados a secar para curtirlas y donde podrás pasear entre las casas Tongkonan ante la atenta y curiosa mirada de sus inquilinos.
Nuestro primer día de excursión en moto conocimos a una pareja de españoles. Marilé y Cristian, madre e hijo, argentinos afincados en Canarias desde hace décadas. El segundo día lo pasamos juntos recorriendo los alrededores y hablando de mil cosas. Gracias a ellos tenemos un par de rostros para añadir a nuestros recuerdos de Tana Toraja. Desde aquí os mandamos un par de abrazos y esperamos volver a encontrarnos de nuevo.
Para terminar te doy un consejo. Al salir de Rantepao la primera atracción turística es la aldea de Kete Kesu, donde tendrás que pagar un dólar y medio para ver los Tongkonan. No sé en que invierten ese dólar y medio porque la aldea no está más limpia ni más cuidada que otras; Kete Kesu es de pago porque son las primeras casas que hay en ese camino y es un buen negocio. Si continuas un poco más desde Kete Kesu (que lo harás) encontrarás decenas de aldeas y grupos de casas durante todo el tiempo que dure tu excursión en las que no tendrás que pagar nada.
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Víctor
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