Al lago Inle dando un rodeo
Como siempre con nosotros, nos gusta complicarnos la vida. No porque seamos masoquistas pero, a veces, el camino más largo y complicado da más satisfacción que cualquier otro camino. Nos dirigíamos al lago Inle, una de las grandes atracciones de Myanmar. Por supuesto, se puede llegar en autobús pero la mayoría de los turistas eligen el trekking de dos o tres días desde la cercana población de Kalaw. Este trekking es muy conocido y anunciado. Lo oímos de boca de muchos turistas y teniendo su opinión muy en cuenta, decidimos que ese trekking no es para nosotros. Entonces buscamos otra forma de llegar y la encontramos. Fuimos al lago Inle en un pequeño bote local. Hizo mucho calor, no era cómodo y fue muy largo (10 horas). ¿Mereció la pena?
Parada forzosa en Taungoo
Empiezo esta historia en Taungoo. Llegamos desde Rangún. Encontramos un buen hotel (Mother´s House – muy recomendable) que fue un regalo del cielo porque, en lugar de ver los alrededores de la ciudad, el estómago de Kasia se reveló y durante dos días los paseos se vieron limitados al baño. En estas situaciones verdaderamente se agradece tener un baño limpio y una habitación cómoda y agradable; sobre todo cuando la temperatura exterior ronda los 40 grados. Nuestro siguiente destino debería haber sido Loikaw y los pueblos cercanos pero el estómago frustró nuestros planes y el tiempo del visado apremiaba. Compramos billetes al pequeño pueblo de Pekon, nada especial excepto por una cosa. Pekon está en un lago que se conecta mediante canales con el lago Inle. Sus habitantes viajan en un pequeño bote que sale todos los días a las nueve de la mañana. Normalmente los turistas alquilan todo un bote turístico. Evidentemente nos interesaba la primera opción.
Amanecer en Pekon
A Pekon llegamos a las cuatro de la mañana. Estaba oscuro, silencioso y vacío. Encontramos el embarcadero, dejamos las mochilas y nos sentamos a esperar el amanecer. Unos minutos antes de las seis empezó a aclarar. Llegaron los primeros destellos rosas y, a lo lejos, pudimos ver el contorno de las colinas que rodean el lago. El primer pescador que llegó al embarcadero me explicó que al amanecer los peces pican más. Aceptó ser mi modelo fotográfico mientras yo iba de un lado para otro haciendo fotos aprovechando la luz cambiante del amanecer. Fue uno de los amaneceres más bonitos que he visto.
Bote local al lago Inle
Cuando el sol salió, el pueblo volvió a la vida. No sabemos de dónde apareció a nuestro lado un joven que trabaja en la oficina de información turística. Nos explicó que alquilar un bote turístico cuesta 80.000 kyats (unos 60 euros) y un billete para el bote local 12.000 kyats (unos 9 euros). Nos sorprendió porque sabíamos que hacía una semana el billete costaba 10.000 kyats, pero como nos aclaró nuestro informador, ahora es otra persona la que vende los billetes y ha subido el precio. Preguntamos cuánto pagan los locales y resultó ser 7.000 kyats. Conseguimos bajar el precio a 10.000, argumentando que íbamos a viajar en las mismas condiciones que los locales. No fue fácil.
Cargar el bote llevó bastante tiempo. Nuestro capitán, su ayudante y Víctor cargaron un gran barril de metal, cajas de cerveza, Coca-cola, agua, sillas e incluso mesas. Y luego nos metimos casi 20 personas con equipaje. Curiosamente aunque estábamos seguros de que no cabía ni un alfiler, durante el viaje se subieron más personas aún. Íbamos como sardinas en lata, el bote iba tan cargado que encallamos varias veces. Empujar el bote, caminar por el barro bajo un sol abrasador hasta lugares más profundos nos agotó. No hubo más sonrisas pero ahora lo recordamos como una aventura interesante.
Lago Inle
El trayecto debería ser de cinco horas pero gracias a nuestra sobrecarga fueron diez largas horas. Durante el trayecto pasamos por monasterios, pagodas doradas y pueblos construidos sobre el agua. Cuando llegamos al lago Inle nos sentíamos como conquistadores. De repente aparecieron un montón de botes con turistas que iban de un pueblo turístico a otro. Nosotros paramos en unos pueblos totalmente diferentes. Allí donde no llega el turismo. Pudimos ver jardines flotantes y observar la vida que se desarrolla sobre el agua.
Nos recordó un poco al Ganges en la hindú Benarés. El agua del lago provee de todo lo que necesitan a sus habitantes. Aquí lavan la ropa, friegan los platos, se lavan ellos. El lago y los canales son las carreteras locales, llenas de pequeños y grandes botes. En vista de la creciente afluencia de turistas al lago, la contaminación del agua se está convirtiendo en un problema serio.
¿Si mereció la pena? ¡Sin duda!
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